Tipos de cargadores de coche eléctrico para plazas de garaje

Cada vez más conductores se deciden por un coche eléctrico o híbrido enchufable, lo que lleva a plantearse dónde y cómo recargarlo de forma práctica.

Una de las soluciones más habituales es instalar un cargador en la plaza de garaje. Una opción que ofrece comodidad, pero también genera dudas sobre qué tipo de dispositivo elegir, cuáles son sus ventajas y qué limitaciones puede tener.

Principales tipos de cargadores para coches eléctricos para instalar en garajes

Existen diferentes opciones para cargar un coche eléctrico en un garaje. La más sencilla es la de utilizar un enchufe doméstico, conocido como Schuko, que es el mismo que se emplea para aparatos eléctricos corrientes.

Su instalación es muy económica y no exige demasiados trámites, pero su potencia es reducida, normalmente entre 2,3 y 3,7 kW. Esto se traduce en que una carga completa puede alargarse más de doce horas, lo que resulta poco práctico para un uso diario.

Además, no es la alternativa más segura si la instalación eléctrica no está preparada para soportar cargas largas.

Una opción más avanzada y también la más extendida en garajes es la instalación de un cargador de pared o wallbox. Este dispositivo, que se coloca en la pared de la plaza, ofrece más seguridad y rapidez que un enchufe convencional.

Su potencia puede variar desde los 3,7 hasta los 22 kW, lo que permite que el vehículo esté listo en un tiempo de entre cuatro y ocho horas, dependiendo de la capacidad de la batería. Estos equipos incluyen protecciones eléctricas, pueden programarse y, en muchos casos, se conectan a aplicaciones móviles para controlar la carga.

La principal desventaja es el coste de instalación, más elevado que el de un enchufe doméstico, así como la necesidad de solicitar permiso en el caso de garajes comunitarios.

Otra alternativa son los cargadores portátiles. Estos dispositivos, a medio camino entre la carga con enchufe y el wallbox, se pueden transportar y conectar en diferentes tomas de corriente, tanto domésticas como industriales.

Su potencia es variable, entre 2,3 y 11 kW, lo que significa que el tiempo de recarga dependerá de la conexión utilizada.

Su gran ventaja es la flexibilidad, ya que no se depende de un único punto fijo, aunque no son tan cómodos como tener un cargador fijo en el garaje y su precio suele ser más alto que el de un wallbox con prestaciones similares.

Existen también cargadores de corriente continua, más conocidos como cargadores rápidos. Estos son habituales en estaciones públicas, pero pueden instalarse en garajes privados siempre que se disponga del espacio y de la potencia eléctrica suficiente.

Su gran atractivo es la velocidad, ya que pueden cargar hasta el 80 % de la batería en menos de una hora. Sin embargo, su precio es muy alto y ocupan más espacio, por lo que en un uso doméstico no suelen ser necesarios.

Por último, cabe mencionar los cargadores inteligentes, una evolución de los wallbox convencionales.

Estos dispositivos incorporan funciones avanzadas como la programación de horarios, el control a distancia mediante aplicaciones, la posibilidad de integrar la carga con paneles solares y la gestión de varios vehículos a la vez.

Su principal atractivo es que permiten un consumo más eficiente y económico, aunque su coste es mayor y dependen de la conectividad para aprovechar todas sus funciones.

Por qué tener un cargador en tu plaza de garaje

Contar con un cargador en la plaza de garaje tiene múltiples ventajas. La más evidente es la comodidad. El coche puede cargarse por la noche mientras no se utiliza y siempre estará listo al día siguiente.

Esta disponibilidad permanente evita tener que planificar desplazamientos a puntos de recarga públicos, que en muchas ocasiones están ocupados o no funcionan correctamente.

El ahorro de tiempo es otra de las razones más valoradas. Con un cargador en casa se eliminan las esperas en estaciones de servicio o centros comerciales. Basta con conectar el coche al llegar al garaje y desconectarlo al salir.

Además, el coste económico de la recarga suele ser inferior. Cargar en casa permite beneficiarse de tarifas nocturnas o planes especiales para vehículos eléctricos, que son más baratos que las tarifas aplicadas en la mayoría de cargadores públicos.

La seguridad es otro punto importante. Una instalación adecuada en el garaje ofrece más garantías que conectar el coche a un enchufe normal sin protección, ya que los cargadores domésticos cuentan con sistemas que evitan sobrecargas y fallos eléctricos.

También es un modo de estar preparado para el futuro. La presencia de coches eléctricos en nuestras calles seguirá aumentando en los próximos años y disponer de un punto de carga propio facilita esa transición.

Para quienes piensan a largo plazo, instalar un cargador en la plaza de garaje es una inversión que aporta valor a la vivienda y asegura que el vehículo podrá cargarse siempre sin depender de factores externos, pero para instalarlo es importante contar con un equipo especializado como el de Cargacar, que aporte su experiencia y sus conocimientos al proceso, garantizando una instalación óptima y una puesta a punto sin sorpresas.

Tal y como explica su equipo en https://cargacar.com/cargador-coche-electrico-garaje-comunitario, hay varias opciones para instalar un cargador de coche eléctrico en un parking. Se puede optar por una instalación completa individual si vas a tener un cargador propio sólo para tu coche, pero también se pueden llevar a cabo preinstalaciones comunitarias e instalaciones completas en aparcamientos comunes.

Pros y contras de instalar un cargador de coche eléctrico en tu plaza de garaje

La instalación de un cargador en el garaje tiene ventajas claras, pero también algunos inconvenientes que conviene conocer antes de tomar una decisión. Entre los aspectos positivos destaca que simplifica el uso diario del coche.

No tener que depender de cargadores públicos permite disponer siempre del vehículo con la batería lista. Además, ofrece flexibilidad horaria, ya que la carga se puede programar en las horas más convenientes, normalmente durante la noche, cuando la tarifa eléctrica es más baja.

Otro beneficio importante es el coste por kilómetro recorrido. La electricidad contratada en el hogar suele ser mucho más barata que la recarga rápida en una estación pública.

A ello se suma que las recargas lentas, realizadas de manera continua y programada, alargan la vida útil de la batería en comparación con las recargas rápidas frecuentes, que someten al sistema a un mayor estrés. También hay que tener en cuenta que los cargadores inteligentes permiten un control detallado del consumo, lo que ayuda a gestionar mejor la energía utilizada.

En cuanto a los inconvenientes, el primero es el coste inicial. Un wallbox básico, más la instalación, puede suponer varios cientos de euros y, en el caso de equipos avanzados, el gasto puede ascender.

A ello se suma la necesidad de realizar trámites en garajes comunitarios. Aunque la normativa actual facilita la instalación, a la hora de comunicarlo a la comunidad de vecinos pueden surgir problemas, y en algunos casos se generan desacuerdos o discusiones.

Otro posible obstáculo son las limitaciones de la potencia contratada. No todos los hogares tienen suficiente capacidad para soportar una carga rápida, lo que puede obligar a aumentar la potencia eléctrica con la compañía, incrementando así la factura mensual.

Además, en muchos garajes es necesario realizar obras, como la canalización de cables o la instalación de protecciones adicionales, lo que eleva los costes y complica el proceso.

Finalmente, aunque los cargadores actuales son compatibles con los principales modelos de coches eléctricos, existe la incertidumbre de cómo evolucionará la tecnología en el futuro y si las instalaciones de hoy seguirán siendo las más adecuadas dentro de algunos años.